Comentario
La opinión pública británica era contraria al ataque de ciudades y el Gobierno no autorizó objetivos más allá del Rhin hasta el 15 de mayo de 1940, cuando 99 bombarderos lanzaron sus explosivos sobre los objetivos ferroviarios y depósitos de combustible alemanes. La sensibilidad popular se transformó a consecuencia de la Batalla de Inglaterra y de los grandes bombardeos de Rotterdam, el 14 de mayo, y Londres, el 24 de agosto de 1940. Durante las noches claras de octubre, los aviones ingleses bombardearon objetivos destinados a desmoralizar a la población enemiga y, con el mismo objeto, desde febrero de 1942, los ataques se dirigieron contra centros fabriles.
La Conferencia de Casablanca decidió bombardear masivamente Alemania, como preparación a la futura invasión de Europa, y la Conferencia de Washington acordó que el principal objetivo de los bombardeos debía ser la destrucción de la Luftwaffe y de la industria aeronáutica. Entre marzo y julio de 1943 se llevaron a cabo 43 grandes bombardeos sobre el Ruhr, destinados a acabar con su industria metalúrgica. Las ciudades de Essen, Duisburgo, Dortmund, Düsseldorf, Bochum y Aachen quedaron seriamente afectadas; Barmen-Wuppertal desapareció en un sólo ataque. Entre julio y noviembre, despegaron 17.000 aviones contra Hamburgo y, desde finales de mayo, la aviación norteamericana se unió a la británica y, en los siguientes meses, fueron desvastadas Mannheim, Francfort, Hannover y Kassel. El bombardeo de Berlín resultaba menos eficaz a causa de la distancia, pero se intensificó entre noviembre de 1943 y marzo de 1944. Los bombardeos americanos, que, a diferencia de los ingleses preferían atacar de día, aumentaron en 1943. Sus fortalezas volantes había sido concebidas para autodefenderse, pero los ataques de la caza alemana obligaron a protegerlas con Mustang. Los bombardeos se extendieron a todo el Reich cuando la ocupación de Italia proporcionó aeródromos más cercanos; en 1942 se habían lanzado 48.000 toneladas de bombas sobre Alemania; en 1943 se elevaron a 207.000 y en 1944, a 915.000. En la preparación del desembarco de Normandía, los bombardeos destrozaron el sistema alemán de transporte, produciendo también bajas entre la población francesa; después del desembarco se concentraron en blancos menores, aunque sin abandonar los bombardeos masivos. Entre octubre y mayo de 1945, cuando los aviones aliados volaron casi sin oposición, los bombardeos sobre Alemania aplastaron su capacidad de resistencia y, aterrorizaron a la población. El ejemplo más espeluznante fue la destrucción de Dresde, ciudad sin otro objetivo que la población civil y miles de refugiados.
Después de la resistencia encontrada en Sicilia, los aliados permanecieron estáticos dando tiempo a la llegada de reservas enemigas. Cuando reanudaron la marcha, las tropas alemanas del sur (Kesselring) ya estaban apoyadas por ocho divisiones situadas en los Alpes (Rommel) y una división de paracaidistas se había trasladado a Roma. Los ingleses cruzaron el estrecho de Messina, el 3 de septiembre de 1943, coincidiendo con la rendición del Gobierno Badoglio; los americanos desembarcaron en Salerno el 9 con gran resistencia alemana. La unión de ambos desembarcos obligó a los alemanes a abandonar Nápoles y la región de Foggia, replegándose sobre el río Volturno.
Sin embargo, se apoderaron de Roma, inmovilizaron a la escuadra italiana en La Spezia y, el 12, dieron un golpe de mano que liberó a Mussolini, entonces detenido en el Gran Sasso, obligándole a presidir una títere República Social Italiana con capital en Saló, junto al lago de Garda. Paralelamente, Kesselring estableció sus tropas en defensiva en la línea Gustav, al sur de Roma y a la altura de Montecassino. El 13 de octubre, el Gobierno Badoglio declaró la guerra a Alemania.
La campaña submarina de 1943 fue la más dura de la guerra. El almirante Raeder fue sustituido por Dönitz, que tomó a su cargo toda la Kriegmarine y, en marzo, sus submarinos hundieron 627.000 toneladas. Exito que resultó desastroso al provocar una gran reacción antisubmarina enemiga. Apoyándose en el radar y el asdic perfeccionados y el avión de gran radio de acción Liberator, los aliados hundieron la tercera parte de los submarinos del Atlántico norte y Dönitz se vio obligado a ordenar la retirada. A la escalada técnica aliada, los alemanes respondieron incrementando su producción de submarinos y adoptando el "schnorkel", que permitía largas navegaciones sin salir a la superficie. La réplica aliada desarrolló nuevos cohetes antisubmarinos, una bomba pleneadora y torpedos autodirigidos tan eficaces que Dönitz debió abandonar los ataques masivos a los convoyes y, en marzo de 1944, ordenó replegar los submarinos hacia la costa para prevenir la invasión.